Este es un post de invitado de Jesús Barrera
No sé cómo serían tus tiempos de estudiante, pero lo que yo recuerdo de los míos son montañas de libros para memorizar y muy poca aplicación práctica para la vida diaria.
Además, iba aprendiendo patrones sociales de lo que se consideraba una persona de provecho:
“Estudia mucho para poder trabajar en una gran empresa. Cásate y ten hijos. Compra una casa y un coche. Vete de vacaciones en verano…”
¿Te suena ese mensaje?
Son las características de lo que se consideraba una persona de éxito en nuestra sociedad.
Muchas veces me pregunto cómo sería mi vida si alguien me hubiera hablado de otras realidades durante mi infancia y adolescencia. Muy probablemente, hoy las cosas serían distintas.
Y lo que me parece más triste todavía es que, 30 años después, el modelo generalizado de persona triunfadora sigue siendo el mismo.
¿No te parece que algo estamos haciendo mal?
Me gustaría compartir contigo 5 aspectos imprescindibles que toda persona debería conocer antes de la mayoría de edad y que le ayudarían a tomar mejores decisiones sobre su futuro.
Índice
1 – Fomentar el pensamiento crítico
¿Conoces a alguien en tu entorno que cumpla el siguiente patrón social y, sin embargo, esté apagado?
- Es propietario de una vivienda y de un buen coche
- Veranea en la casa de la playa o viaja a lugares lejanos
- Viste ropa de la nueva temporada y accesorios de marca
- Dispone de la última tecnología en sus manos
- Apunta a sus hijos a múltiples actividades lectivas complementarias para que tengan la mejor educación…
En nuestra sociedad hay un camino por defecto, que nos marca unos objetivos que la mayor parte de la población trata de alcanzar porque se consideran los estándares del éxito.
Muchas de estas creencias nos empujan a adoptar ciertos comportamientos sin detenernos a cuestionarlos. Asumimos la necesidad de ganar más dinero para comprar más cosas que nos acerquen al prototipo socialmente aceptado.
Estas necesidades impuestas nos van sepultando bajo una multitud de gastos que nos fuerzan a ganar más dinero para afrontarlos. Habitualmente, esto se traduce en promocionar a puestos de mayor responsabilidad que también suelen exigir mayor dedicación, o bien, compaginar varios trabajos para complementar ingresos.
La ironía de esta situación es que, una vez conseguido ese nivel adquisitivo, la experiencia nos dice que aumenta el volumen de gastos en la misma proporción.
No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita
Es decir, volvemos a estar en el punto de partida, pero con menos tiempo libre y mayor carga laboral. Este fenómeno se conoce como “la carrera de la rata”.
De este modo, encontramos a gente que, a pesar de cumplir esos estándares de éxito, vive angustiada por la exigencia de financiar todos los gastos en los que está envuelto, por la escasez de tiempo libre o la falta de descanso mental.
Algunos lo llaman esclavitud moderna.
Convendría que, desde pequeños, nos enseñaran que:
- Existen más opciones y no sólo ese camino por defecto
- Podemos plantearnos qué modelo de vida queremos tener y qué aspectos nos hacen realmente felices
- Aunque exista un patrón mayoritario, no tenemos obligación de asumirlo como válido para nosotros
2 – Importancia de planificar gastos y ahorrar
¿Te has dado cuenta de la diferencia que hay entre ir a comprar al supermercado el día 2 o ir el 25 del mismo mes?
El tamaño de las filas para pagar y el número de carros chocando por los pasillos varía considerablemente.
Esto es un síntoma de que muchas personas no se preocupan de planificar sus gastos. Sino que utilizan de forma inmediata el dinero que entra en su cuenta.
Esto explica por qué en los años de crisis más fuerte, había familias acostumbradas a ingresos mensuales netos de 5.000 €, que vieron reducida a la mitad esa cantidad y tuvieron serias dificultades para gestionar su economía.
La famosa frase de “no llegar a fin de mes”, lejos de ser un tópico, es una realidad.
Si bien, en muchos casos está justificada por la precariedad laboral o la ausencia de empleo, en otros se debe a la incapacidad de autogestionarse.
He tenido compañeros de trabajo que ganaban lo mismo que yo y esperaban con ansia el principio del mes siguiente para afrontar una nueva compra.
En general, la gente suele ser consciente de lo que ingresa, pero no tiene el mismo conocimiento sobre cuáles son sus gastos.
Puedes hacer la prueba.
Pregúntale a un amigo si sabe cuánto gana. Casi con toda seguridad te dirá que sí.
Pregúntale ahora si te puede dar una cifra de lo que gasta de media en un mes.
Lo más probable es que dude y no sepa responder, o te dé una cifra aleatoria de lo que cree saber, pero que no será nada fiable.
Tener conciencia de nuestros gastos es algo que todos deberíamos practicar.
Realmente es muy simple, pero se trata de un hábito que nadie nos ha inculcado y, por lo tanto, no lo hacemos por desconocimiento o porque lo consideramos una tarea compleja o pesada.
Nada más lejos de la realidad. Hoy en día existen multitud de aplicaciones para el móvil donde puedes ir apuntando los gastos que vas haciendo. También puedes utilizar una simple libreta o, si tienes costumbre de pagar todo con tarjeta, sacar a final de mes un extracto del banco y contabilizarlo.
En mi caso, llevo practicando este hábito desde hace cinco años y ojalá hubiese empezado antes. Me ha permitido identificar y recortar pequeños gastos diarios que al final de año suponen un considerable ahorro.
Por lo tanto, si sabes cuánto gastas y cuánto ingresas, puedes planificar mejor tus compras y espaciarlas en el tiempo. Además, puedes conocer cuánto ahorrar.
Este ahorro irá formando un colchón de seguridad para afrontar imprevistos o incluso darte un capricho de vez en cuando.
3 – No malgastar en pasivos e incrementar la compra de activos
¿Qué elegirías si el Santander te ofreciese uno de estos dos regalos por abrirte una cuenta: un iPhone XS o 300 acciones del banco?
Si prefieres quedarte con el móvil, te vendrá bien leer lo que viene a continuación.
Robert Kiyosaki, con “Padre rico, padre pobre”, me abrió los ojos a una nueva manera de entender el mundo. Si durante la escuela o el instituto alguien me hubiese hablado de los principales conceptos que se explican en su libro, mi vida sería muy diferente ahora mismo.
Existen dos maneras de gastar tu dinero, eso sí, una vez has cubierto todos tus gastos básicos (alimentación, ropa, recibos): comprando pasivos o invirtiendo en activos.
La primera consiste en comprar cosas que te causan una satisfacción instantánea, pero que suponen perder el dinero que han costado.
Este tipo de productos se denominan pasivos.
Me refiero a la compra de un coche, un televisor, una videoconsola o cualquier otro artículo que disfrutamos después de comprarlos y que, posteriormente, no sólo no nos aportan beneficios, sino que, incluso, nos ocasionan gastos colaterales: en el caso de un coche, la gasolina, las revisiones y reparaciones, o el seguro; en el caso de una videoconsola, la compra de nuevos juegos y accesorios, o las suscripciones a servicios para jugar online.
La segunda forma de gastar tu dinero supone comprar bienes que, si bien no nos ofrecen una satisfacción inmediata, nos pueden reportar más dinero en el futuro.
Estos bienes se conocen como activos.
Sería el caso de inmuebles para alquilar, obras de arte o acciones de empresas. Este tipo de productos, no sólo no suponen perder el dinero que has pagado por ellos, ya que los podrías vender en un futuro incluso a un precio mayor del que te costaron, sino que, en el caso de los inmuebles o de las acciones, te proporcionan rentas periódicas que pueden complementar tu sueldo y hasta permitirte vivir de ellas.
Pertenecemos a una sociedad de consumo en la que somos bombardeados a diario para gastar nuestro dinero en productos superfluos.
Desde pequeños estamos recibiendo continuamente estos mensajes. El mundo nos incita a disfrutar del dinero comprando pasivos y a no utilizarlo comprando activos, porque son productos muy arriesgados.
Con esto, no quiero decir que no se deba comprar ningún pasivo. Al contrario, muchas veces nos aportan experiencias o satisfacciones, que nos hacen la vida más agradable.
Por ello, considero que, como parte de la educación que recibimos, deberíamos aprender a gastar nuestro dinero con cabeza y a reservar una parte para invertir en activos, que contribuyan a incrementar nuestros ingresos y alcanzar antes nuestros objetivos.
4 – Necesidad de invertir
Alguna vez habrás oído a alguien decir:
“Uy, deja, deja, que eso de la bolsa es muy arriesgado y prefiero tener mi dinero a buen recaudo debajo del colchón”
El miedo a invertir es una realidad.
En bastantes ocasiones, personas de mi entorno me han sorprendido con afirmaciones como la de la pregunta anterior.
Desde mi punto de vista, se trata de una creencia generalizada que se basa en la mala imagen de la bolsa que percibimos a través del cine o los medios de comunicación.
¿Cuántas veces son portadas en el telediario noticias sobre fuertes caídas en bolsa de ciertas empresas o de los índices en general?
Sin embargo, se habla menos de las recuperaciones que tienen lugar posteriormente y que sitúa a las acciones de esa empresa en su mismo valor o incluso superior.
Sí, es cierto que la bolsa tiene vaivenes y que puedes perder parte de tu capital en poco tiempo. Sin embargo, si nos ceñimos a datos objetivos históricos, la bolsa da una rentabilidad media anual en torno al 7% si mantienes la inversión a largo plazo y no sucumbes a la tentación de vender en momentos de bajadas.
Por supuesto, es conveniente diversificar por sectores, monedas y países, elegir bien las empresas en las que se invierte y espaciar compras para garantizar un buen precio medio.
Lo verdaderamente dañino es dejar los ahorros en la cuenta corriente (o debajo del colchón), porque el paso del tiempo hace que cada vez valga menos por el efecto de la inflación.
Si hacemos las cuentas, un capital de 100.000 € hoy con una inflación media del 3% anual en poco más de 20 años pasa a valer la mitad.
Repito: la mitad.
Por este motivo, me parece imprescindible impartir unos mínimos conocimientos sobre diferentes opciones de inversión desde edades tempranas.
Mi favorita es la bolsa, pero para quienes sean más conservadores existen otras formas como las cuentas remuneradas, los depósitos bancarios, letras y bonos del tesoro o fondos de inversión que se ajusten a diferentes perfiles de inversor.
Con algunas de estas opciones no conseguirás batir la inflación, pero amortiguarás sus efectos.
5 – Emprender como opción profesional
Cuando eras estudiante, ¿cuántas veces te mencionaron, en casa o en el instituto, que tu futuro podría dirigirse a montar tu propio negocio?
Si alguna vez escuchaste esta opción, estás de enhorabuena.
Lo habitual es que se dé por supuesto que tu máxima aspiración es formar parte de una empresa, cuanto más grande, mejor, o trabajar para el Estado.
El sistema educativo español se esfuerza en crear perfectos asalariados y orientar la formación para ser una pieza de un engranaje mayor llamado empresa o administración pública.
Por ejemplo, a quien termina sus estudios, las opciones de futuro que se le proponen suelen ser dos:
- Enfrentarse a una sucesión de procesos de selección para intentar entrar como empleado en una empresa privada
- Disponerse a estudiar durante años para aprobar unas oposiciones que le podrían recompensar con un puesto vitalicio
Es curioso que sí se nos enseñe a preparar minuciosamente nuestro currículo para encontrar un empleo y nadie nos hable de los pasos necesarios para emprender por nuestra cuenta.
Según las estadísticas, el 80% de los emprendedores tienen que cerrar su negocio antes de su primer año.
Yo me pregunto: ¿qué pasaría si todos tuviésemos unas nociones mínimas de lo que significa emprender, en lugar de tener que averiguarlo por las malas?
Creo que si, como parte de nuestra formación y antes de lanzarnos al mundo laboral, nos contasen con claridad los pros y los contras de ser un emprendedor, nos explicasen la burocracia que lleva asociado montar un negocio y nos preparasen para ser capaces de tomar las riendas de nuestra actividad laboral, en lugar de llevar a cabo las tareas que nos marcan otros, la tasa de éxito sería mucho mayor.
En conclusión
Los 5 puntos anteriores ilustran algunas de las carencias que presentaba el sistema educativo en el que me formé y que, por desgracia, creo que todavía no han desaparecido.
La buena noticia es que la concienciación y el interés parece que están aumentando y ya hay profesionales que se dedican a impartir enseñanzas sobre conceptos financieros y de emprendimiento en nuestras escuelas.
Hay proyectos que me resultan fascinantes y, en concreto, uno de los que más me gusta es Aprender Cuenta.
Juana León y su equipo de expertos en finanzas, educación, psicología y pedagogía han preparado programas prácticos y específicos para enseñar a niños de entre 5 y 16 años aspectos tan útiles en la vida como: consumo responsable, administración del dinero, conceptos sobre ahorro e inversión o despertar el talento emprendedor.
Creo que estas iniciativas contribuirán a que las nuevas generaciones sean más libres para elegir el camino que mejor se adapte a sus gustos y objetivos.
Si yo hubiese tenido estos conocimientos en mi época de estudiante los habría puesto en práctica varios años antes. Seguramente, hoy estaría mucho más cerca de alcanzar una vida financieramente más independiente.
Si quieres mantenerte informado de consejos para empezar a labrar ese camino hacia la libertad financiera, empezando por el ahorro, suscríbete. Puedes hacerlo desde el cajetín mostaza que verás aquí debajo.
Me ha gustado mucho tu blog y este tipo de contenido. Me hacen mas consciente. Ahora toca aplicarlo que esa es otra realidad. Recomiendo Monefy app para registrar los gatos diarios.
Un saludo
¡Hola Matteo!
Es un placer leer comentarios como el tuyo 😉 Me alegro de que te haga más consciente, es lo más importante.
Aplicarlo cuesta, pero en cuanto lo conviertes en un hábito, poco a poco será algo que hagas de manera automática. No conozco esa app, así que me la miraré 🙂
Muchas gracias de nuevo.
¡Un abrazo!
Gracias por tu comentario, Matteo!
Me alegro de que te haya gustado el artículo. Tienes mucha razón en que una cosa es tomar conciencia de algo y otra muy distinta es aplicarlo en la realidad. Yo poco a poco lo voy haciendo, pero a veces cuesta, creo que en parte por muchos prejuicios que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestras vidas.
En cuanto a apuntar los gastos, la app que comentas tiene muy buena pinta. En mi caso, soy más de la vieja escuela: una sencilla hoja Excel que voy actualizando de forma regular. Es bastante simple, no llega al detalle de la que regala Mario en este blog, pero a mí me sirve 😉
Un saludo!
¡Hola Jesús y Mario!
Me ha gustado mucho el artículo y comparto muchas cosas de las que habla Jesús.
Es cierto que en el colegio se han olvidado de eseñarnos todos estos conceptos, hasta que un día despiertas y decides que no quieres vivir más tiempo atrapado en esa «carrera de la rata».
Leer este tipo de artículos nos ayuda a tomar conciencia y conocer que existen otro tipo de alternativas 🙂
Con respecto al control de gastos, yo llevo un año utilizando la aplicación que comenta Matteo y me funciona muy bien. Lo que me resulta más últil es la representación gráfica de los mismos, ya que puedo ver en qué gasto mi dinero en un golpe de vista.
¡Un abrazote grande a los dos!
¡Hola Sara!
Gracias por compartir tu opinión.
Creo que poco a poco la gente se va dando cuenta de la falta de conciencia que hay en torno a estos temas y quiero pensar que, aunque son concepto que seguramente todavía no estén contemplados en los programas didácticos de los colegios, cada vez son más los profesores y centros que los van incorporando en forma de charlas, talleres o actividades extraexcolares. El programa de Juan León que comento en el artículo es un excelente ejemplo.
¡Un abrazo!